Karl Kraus y la revista Die Fackel. 1899.
Natalia Vidal

Tanto en Alemania como en Austria, al buscar material sobre Karl Kraus o su revista Die Fackel en una librería moderna o de libros usados, se nos señalará una amplia sección catalogada bajo el moto “Publizisten”, próxima a “periodismo/ revistas”, cercana a la de “libros por autor…”. La primera impresión es la de haber sido víctima de una broma estúpida del librero. Pero ocurre que en la cultura de habla alemana, el publicista, lejos de ser un individuo dedicado a la producción de publicidad – Werbung – implica un plus categorial, un estatus de especialidad que le habilita a dedicarse exclusivamente a la opinión.
         Y aquí la difícil tarea de darle a Kraus una categoría periodística que no sea del todo periodística sin que deje de remitir al periodismo, más la sorpresa de no hallarlo reconocido como ‘escritor’ en las librerías. Aunque por cierto no tan impactante como cierto archivo de cortometrajes caseros, donde un Kraus agazapado detrás de una larga mesa derrama su mirada sobre unas hojas y eleva unas manos de dedos largos como juncos al grito de “¡CUERVO! ¡CUERRRRVO!”.
         Los calificativos, en todo caso, resultan o exagerados o pobres. Else Lasker-Schüler propuso los sobrenombres de “Papa negro” e “hijo de Lama”, Walter Benjamin lo estimó un “Cáliban” y un “juez”, el investigador Edward Timms, más contemporáneo, lo trabajó como “satírico maestro de máscaras”, y así se podría seguir enumerando indefinidamente. Y es que hay un Kraus para todas las miradas posibles, lo que también lo hace hasta cierto punto inaprehensible.

      ¿En qué medida la obra de Karl Kraus encuentra una recepción en el ámbito intelectual, académico? ¿Fue realmente Kraus un periodista ‘anti-periodismo’ o un escritor? ¿Fue un teórico de la lengua, la moral, la ética y la estética, o su juez? ¿Fue Die Fackel una revista – cultural, crítica, política, progresista/denuncista-, o es cada ejemplar apenas el capítulo de una larga novela satírico-realista-biográfica sobre 36 años de historia que atraviesan la carne de un individuo? ¿Fue Kraus uno de los pocos críticos que avizoró Holocausto y postmodernismo en el análisis de elementos terribles de lo moderno que tal vez, y bajo otras máscaras, aún permanecen vigentes?
       Académicamente, existe un intenso estudio sobre la obra de Kraus emprendido en los diferentes Institutos de Germanismo de las universidades europeas (1). El volumen de su obra llega al límite de lo inconmensurable. Además de una importante reimpresión del Die Fackel a fines de los años 70, entre las décadas del 80 y el 90 cobró un importante impulso la tarea de archivo de documentos escritos y audiovisuales, de construcción de catálogos temáticos y localización de lecturas públicas de Karl Kraus, sus intervenciones en ciclos radiofónicos, la reedición de escritos centrales en volúmenes, la selección y recuperación de correspondencia y fotografías, la edición de guías para identificar hechos e individuos mencionados, el rastreo testimonial de memoria histórica (2). El diccionario misceláneo del Die Fackel – casi tan impagable como la colección completa de la revista y su edición en CD-ROM- es otra maravilla de este arduo trabajo de investigación y archivo. En 1999, y gracias a este importante proceso de recuperación documental, fue posible realizar una gran exposición del Die Fackel cumplidos los cien años de su fundación (3).
          La cantidad de trabajos de doctorado realizados sobre diferentes aspectos de la obra y del pensamiento de Kraus sigue creciendo, y ya en 1988 se ha editado una compilación de escritos tempranos (4), todo el material literario publicado por Kraus en ediciones de autor y en revistas y periódicos antes de la fundación del Die Fackel en 1899. Académicamente también, existe una tendencia a dejar de lado la obra de Kraus, por extensa, o lo que es aún peor, para dictar seminarios sobre sus amoríos, un despropósito krausiano como pocos. Esta oscilación dentro del mundo académico recuerda decisivamente la línea demarcatoria que postula enérgicamente Kraus entre el “caso Dreyfus” y el “affaire Dreyfus” – la parrafada periodística sobre el juicio-. El resto, de por qué Sydonie Nadherny “sí rompió las cartas, pero antes las transcribió a su diario íntimo”, le resulta poco interesante a cualquiera que tenga ganas de discutir, maldecir, revalorizar, analizar y releer pasajes de la obra de Kraus, lo que, en realidad, también es discutir, maldecir, sorprenderse, alegrarse, enojarse y releerse a sí mismo de cara a la propia elección, la de haberse metido con la obra de tal individuo. 
         
Como se explica más arriba, resulta muy difícil caracterizar el desempeño de Kraus con apenas un calificativo, una función (juez y actor de la realidad, escritor, especialista de opinión, esteta, moralista, apartidario-partidario, amigo-enemigo del Expresionismo, defensor de la reivindicación de las identidades nacionalidades al interior del imperio, judío asimilado, cristiano, egocéntrico de profesión, socialista, recitador carismático, traductor… y hasta pseudo-cabaretista, si es que se ha tenido la oportunidad de oírle cantar un fragmento de “Los últimos días de la humanidad”, “La ronda de la prensa”, editado en CD… latinista, abogado del cielo y del infierno, jurado, actor, corrector de estilo, lingüista… y, a fines de permanecer en lo mesurable, un individuo peligrosamente ambivalente) y una revista.
          La posibilidad de tomar al Die Fackel como algo más que una pubicación trimestral siempre resulta un tanto provocativa, aunque ni del todo errada o poco tentadora desde la perspectiva de la biografía de época, la de un hombre y su tiempo histórico. Pues de ser así, habría sido escrita a lo largo de 36 años de manera ininterrumpida –excepto por algunas confiscaciones y engorros de la ley de censura previa–. En todo caso, Die Fackel perteneció a un editor que fue escritor, “especialista de opinión”, traductor y poeta y que excepto entre 1903 y 1911(5), escribió su periódico sin colaboradores ‘internos’. Esto sólo quiere decir que Die Fackel nunca fue realmente escrita por un sólo individuo –en general existe un consenso académico diametralmente opuesto sobre este asunto-, pues la publicación de contenido epistolar central y secundario es una voz paralela de refuerzo, tan presente como el recurso de las citas textuales de autores clásicos y de la prensa diaria.
Contenido epistolar central que es publicación de cartas con nombre y apellido y contenido epistolar secundario, respuestas del editor a las cartas de lectores, casi nunca con publicación de la fuente, menos aún si se deja claro la imposibilidad de responder por escrito a posibles insultos (6).
        Si tomamos como muestra los 27 números correspondientes al primer año editorial, 12 de ellos incluyen correspondencia de otros individuos en tanto espacio central de expresión (7), y no en las últimas páginas de la revista. El contenido escrito sólo por Kraus arroja un 55,56 % del total (8.
Sí existe, en cambio, un criterio absoluto de selección temática y edición, más un efecto de discurso absoluto manipulado alternativamente en la enunciación de la palabra –una división caprichosa entre un ‘yo’ y un ‘nosotros’ editorial, o  exclusivo, que nunca deja de ser un ‘yo’–. El efecto de un discurso absoluto se plasma en la denuncia que expone las trampas de sus contemporáneos y en la búsqueda de una ‘verdad’ como reclamo de una deuda impaga de lo moderno con sus hijos.
         La capacidad profética de Karl Kraus deriva de su obsesión implacable por el seguimiento de la actualidad, de su agudo análisis histórico, de su metodología de ‘análisis cultural’ hacia atrás, hacia el pasado, que en algunos aspectos se podría poner en contraste con la Escuela de Frankfurt, o al menos dejar la pregunta abierta, la de si hubo efectivamente alguna “iluminación” compartida o no.
         Lo cierto es que muy difícilmente entren a las páginas del Die Fackel individuos o hechos claros y “limpios”, libres de corrupción, o del antojo estético de Kraus, y que el proceso de interpretación y escritura los libere. Todos salen amargamente desnudos y con cadenas en los tobillos. La crítica implacable de la red argumentativa obliga al lector a volver sobre las palabras una y otra vez. El recurso a la injuria y la sátira, la inmaculada cita de los clásicos y la transcripción de fragmentos mal escritos de la prensa liberal, busca un saneamiento interno  del lector, para que engendre un pensamiento crítico propio, libre de fraseologías y juicios estéticos implantados. Aunque la mayoría de las veces el lector del Die Fackel fue poco agradecido y no se dejó “iluminar por la luz de la antorcha”. Aprendió principalmente a odiar al “cretino” de su editor, pues, según el caso, la sátira funciona como un recipiente de estiércol  arrojado en plena cara (8.1).

II.  La caza del escorpión: Herzl, Dreyfus, Lueger, Liebknecht y la prensa.

En una carta paternal publicada en el número 2 de Die Fackel, Maximilian Harden, que saluda el emprendimiento, alecciona:    

Espero que aprenda a reconocer cada vez mejor que la desgracia de la institución (periodística) no proviene de las personas. El periodismo se ha vuelto un oficio gran capitalista, una empresa que hace dinero dirigida por personas ajenas al trabajo que orientan el camino acorde a sus intereses privados. El periodismo se ha vuelto lo que podía ser.

¿Qué deben hacer las personas con medio y tres cuartos de talento? Usted se arrastra sobre un territorio que está caliente (9).

        El primer año en el que este Kraus “rastrero” publica el Die Fackel, alguna contratapa recuerda al lector la existencia de dos obras satíricas de su editor “al alcance en todas las librerías”: Die demolierte Literatur (La literatura demolida) y Eine Krone für Zion (Una corona para Sion). En parte, el primer año de la revista va a continuar y profundizar elementos argumentativos presentes en estas dos obras. Los grandes ejes temáticos son, por lo tanto, dos: antisemitismo, nacionalismo y prensa liberal  –las figuras privilegiadas son Theodor Herzl, Karl Lueger, Richard Dreyfus y Wilhelm Liebknecht- y el tráfico de influencias en las esferas del arte (literatura y teatro) y la comunicación - de carácter más marginal durante este primer año editorial–. El primero de ellos se dedica al tratamiento crítico de temas controversiales –eje fundamental para el análisis del proceso de construcción de legitimidad para este tipo de publicación. El segundo trabaja sobre la interdependencia política y económica dentro del campo cultural y comunicacional, la retórica y acción de los Cliquenwirtschaft  (grupillos económicos o financieros). El empleo de la lengua atraviesa el análisis en todo momento. Ambos temas centrales, a su vez, se interconectan en diversos recorridos argumentativos. Tomemos un ejemplo en torno a Theodor Herzl: corresponsalía en Francia en 1894 reapertura del caso Dreyfus en 1899 Judenfrage- sionismo- affaire Dreyfus- literatura- Neue Freie Presse- sociedades de acciones- política imperial (Una corona para Sion, La literatura demolida, Die Fackel 1899): antisemitismo, nacionalismos y prensa, el tráfico de influencias en la esfera del arte y la comunicación.
         En 1894, Theodor Herzl, que se encontraba haciendo una corresponsalía en Francia, publica un artículo en la Neue Freie Presse donde califica "infantil" la idea de buscar el lugar geográfico de la tierra de origen. La tierra de origen estaría en el aprendizaje de la religión, en la continuidad de la memoria. La prosecución de la esperanza del retorno, pondría a los judíos en el paradójico reconocimiento de una 'no identidad' de conjunto (9.1). De este modo resume el estatus de asimilación lingüística y económica al de nacionalización y deja afuera la tensión ejercida sobre una identidad cultural suspendida entre la sangre y las ventajas y desventajas del ingreso a la profesión liberal ejercida en un territorio ya constituido. El caso Dreyfus es el disparador de este ya mencionado desencanto de Herzl con Francia. Allí es testigo de manifestaciones antisemitas que le recuerdan las peores amenazas del pangermanismo de Schrönerer, sus manifestaciones por las calles de Viena entre los años 1887 y 1888.
        También en 1894 el líder socialdemócrata alemán Wilhelm Liebknecht se encuentra cumpliendo una condena de cuatro meses en prisión. La realidad atraviesa los muros de su celda en la lectura sistemática de periódicos franceses y alemanes. Liebknecht, familiarizado con los juicios por espionaje, advierte hondas diferencias en el tratamiento de hechos y móviles en la prensa de una y otra nación. Los periódicos alemanes sostienen la inocencia de Dreyfus, exageran en descripciones inconducentes, demonizan a Francia con una retórica popularizada durante la guerra franco-prusiana. Liebknecht duda. En aquél entonces, e incluso en el período correspondiente a la revisión del caso, "el movimiento antisemita francés es insignificante en comparación con los de Alemania y Austria" (10).
          Herzl, por su lado, comienza a poner en cuestión la verdad de la asimilación y su identidad en un proceso asimilatorio que hasta entonces se había desvanecido tras el éxito de su escalada liberal y su desempeño como periodista. De este modo decide abandonar su corresponsalía en Francia y en 1895 crea el movimiento sionista junto a Max Nordeau, compañero de la Neue Freie Presse, escritor y, al igual que el propio Herzl, judío asimilado de origen húngaro. El sionismo no se autoproclama partido político, sino movimiento. Movimiento nacional judío, sionismo como "jüdische Volk unterwegs"(11).
Para llevar adelante su proyecto, Herzl saca fruto de su posición dentro del periódico, genera congresos de discusión, se vale de su capacidad como folletonista, escritor y libretista para llegar a la judería que todavía permanece entre las paredes del gueto. Ellos son principalmente los judíos del este de Europa, los no asimilados. Y el caso Dreyfus, el foco de la prensa nacional e internacional, se convierte en la prueba de fuego. La emancipación, esa asimilación europea, no es efectiva, no es justa ni es "nacional". Entre el primer juicio a Dreyfus y su reapertura en 1898 tras la confesión del mayor Hubert Joseph Henry, el partido socialcristiano gana la alcaldía de la ciudad de Viena a través de Karl Lueger.
         En este entorno sale a la luz la publicación de Kraus, cuando ya se empieza a avizorar con más fuerza el peligro de los partidos nacionalistas, lo endeble de la Judenfrage, que se actualiza en el tamiz del antisemitismo presente en un caso de espionaje, y el tratamiento global realizado por la prensa diaria. A partir de ese momento,  Die Fackel no dejará de atacar con voracidad ni el emprendimiento de Herzl ni la persona de Herzl y su camarilla de colegas periodistas-escritores. El ataque al sionismo ya aparece en el primer número, forma parte de la lista de seres y situaciones que marcan la catástrofe moderna, que encarnan la decadencia y la corrupción a las que va dirigido el saneamiento intelectual propuesto por la revista.
         Se llaman a sí mismos “sionistas”, a través del griterío nacional quieren una nueva existencia en el satisfecho y contaminado Imperio austríaco, una existencia a la que privilegian como pueblo judío, e imponen ansiedad por una loada tierra de origen a los  inofensivos y dichosos paseantes que huyen del excremento antisemita (12).   

        Pero el artículo no está dedicado exclusivamente a la figura de Herzl y su movimiento, se menciona a la prensa, a los periodistas, al caso Dreyfus. Dreyfus y Herzl significarían el fracaso de la asimilación en el sistema jurídico y la victoria de la corrupción periodística inserta en el mapa de un sistema financiero que reproduce su aventura política en el campo cultural. Dreyfus y Herzl no significan menos el fracaso de una nación 'civilizada', en este caso Francia y sus cimientos humanistas, que la prensa el de la verdad de una información objetiva.
       Queda la pregunta de si el interés dogmático de lo judío clerical, al final no podría causar mayor desastre que todo antisemitismo. Esforzados, los judíos después de 4.000 años de instrucciones como “pueblo elegido que no se mezcla con otros pueblos” – ellos no deben cosa semejante–  explican a Dreyfus cual dedo índice de su Dios contra la asimilación (13).       

        En lo que se refiere a la presencia de Lueger dentro de la tensión Herzl
-Dreyfus, es el temprano pangermanismo de Schönerer el que posibilita el surgimiento de un partido como el socialcristiano, que recluta a las clases medias y bajas en sus aspiraciones truncadas de ascenso económico y sentimientos nacionalistas, sectores que el pangermanismo  liberal y aristocratizante había dejado de lado. Lueger había militado inicialmente en las filas liberales y luego, desencantado por el "grado de corrupción" (14), se les opone definitivamente junto a los demócratas. El campo abierto por Georg von Schönerer quien además era dueño del Deutsche Volksblatt y el Ostdeutsche Rundschau, dos periódicos que utilizaba como órganos de su partidole permite crear una coalición socialcristiana que progresivamente obtendrá una fuerte posición en el Parlamento. La misma, constituida por ex- liberales, demócratas y clericales, contó con un elevado número de miembros pangermanistas y, aunque el partido era abiertamente antisemita, Lueger no habría contado dentro del grupo de los más radicales (15). Se limitaba a hacer comentarios descarnados y algo escandalosos que llevaran al choque a la prensa liberal. Y así ocurría. La Neue Freie Presse publicaba estos ataques, cuando no inventaba excusas para atacar sus emprendimientos legislativos y urbanos, dejando de lado toda crítica ideológica concreta.
      
Die Fackel reconoce a Lueger como un líder marcadamente antisemita, aunque lo atiende como una criatura que ha tomado posición en una fisura del conflicto de poder. En 1899 Lueger eleva una reforma electoral al Parlamento a través del Arbeiterverein.
       La longeva corrupción del ser de nuestro país desagrada por fuera, los antisemitas como escolares aplicados se han calzado la cómoda palabra látigo “defensa de la propiedad” como esencial para ellos mismos. Reformas à la Prix llevadas a cabo por un Lueger, les dará la posibilidad futura de ganar influencia nuevamente en el ayuntamiento (16).
        Para Die Fackel, la existencia de un Karl Lueger en la alcaldía de la ciudad de Viena se debió al fracaso, la imprudencia y la falta de escrúpulos liberal. Por este motivo, deja que el antisemitismo hable por sí mismo a través de hechos concretos y se limita a juzgar y castigar la negligencia de periódicos liberales como el Neue Freie Presse, quienes dejaron mucho que desear a la hora de forjar un discurso serio de oposición.  

       Herr Dr. Lueger festeja ahora el triunfo que le ha preparado la torpeza de su opositor. Los diarios liberales de Viena han intentado luchar contra su oponente político con no poca falta de comprensión, y mediante ataques en el área técnica. En primer lugar aseguraron en consenso que la nueva instalación de gas no estaría terminada, después pusieron énfasis en la poca probabilidad de que las conexiones estuvieran listas en los hogares según el tiempo acordado.
(…)
        Al final, cuando se encendió la nueva luz de gas, en sus páginas decía que iluminaba mal, días después se reconoce que ilumina tan bien como la antigua (17).
        En el flanco opuesto a la coalición de Lueger, la socialdemocracia de Viktor Adler reaccionaba tanto a un liberalismo congraciado con el militarismo y el poder de la corona como al partido socialcristiano. Entre ambos, los nacionalistas chechenos y serbios, que se postulaban como representantes del malestar multiétnico, amenazaban con la irrupción del caos y disolución imperial. El socialismo comenzaba a ver en los territorios de los Habsburgo el difícil ideal de internacionalismo, Herzl se dirigía a los guetos. Lo que para el socialismo era el mayor problema inicial a resolver, esto era, romper la barrera del idioma para tener una llegada efectiva, fue el punto fuerte de Herzl. En este contexto, la cohesión lingüística adquirió un valor relevante en el conflictivo concepto de lo nacional y la "ciudadanía".
       En cada uno de sus ensayos, Kraus pone de relieve lo absurdo de un rápido efecto de asimilación a través de los intereses de la empresa. El proyecto de Herzl le resulta  escapista, fantasioso, lejano al intento de encontrar una solución real a la ley de la excepción, al derrumbamiento de las paredes del gueto, o a una "reforma en la educación judía sin pérdida en la tradición y la creencia"(18). Die Fackel afirma que la cultura judía ya sería parte de la cultura de Europa y mediante el caso Dreyfus desgarra las vestiduras del sionismo, y a través del affaire Dreyfus señala la falta de integridad de la prensa diaria pues en ella reconoce una “otra” presencia y, violentadora, la fraseología como inmoralidad de la lengua.
       Entre los números 18 y 21 de Die Fackel, se publica la colaboración externa de Wilhelm Liebknecht. No tanto porque Kraus esté empezando a desarrollar interés en el poder de oposición de la socialdemocracia y su lucha contra el liberalismo como por un reconocimiento de neutralidad respecto de las posiciones chauvinistas que caracterizan al tiempo histórico. Liebknecht escribe como intelectual lúcido, poco le importa ocupar un lugar de controversia al decir que "no cree en la inocencia de Dreyfus". Todo le resulta un espectáculo montado por la prensa, además del pésimo desenvolvimiento del aspecto legal francés. 
      
Al comienzo de mi primer artículo, dije: yo no creo en la inocencia del capitán Dreyfus. Yo he dicho a lo largo de mi argumentación: no existe una absoluta certeza sobre la culpa de Dreyfus (19).
       Y como Kraus, Liebknecht hace responsables a los medios de prensa del envilecimiento de la claridad crítica, de confundir y trocar premisas, de no poder asumir un rol verdadero en cuanto a la exposición de las culpas, las dudas, las responsabilidades, la propia conciencia.  

(…): nuestra prensa burguesa, que echó tantas lágrimas y compasión por Dreyfus, que durante todo el año y día a día envió al mundo un humillado sentimiento del derecho con apasionada verborragia, qué ha hecho por esta víctima de la justicia nacional de clases, reconocer ella misma la inocencia de Dreyfus, la justicia que seguramente el Consejo de Guerra francés no concede? ¿Qué ha hecho la prensa burguesa? ¡Absolutamente nada!

Charity begins at home.(...)

        La prensa de los países libres se diferencia de la prensa de los países que no son libres porque oculta los perjuicios que acontecen en casa y se ocupa de ellos en segundo lugar,  en primer lugar se ocupa de lo ocurre en el extranjero, mientras que la prensa de los países que no son libres agrandan el velo sobre los daños que acontecen en casa, los mismos que contrariamente son registrados en el extranjero con lupa y lente de aumento. En el affaire Dreyfus, la prensa alemana ha probado con sobresaliente empeño su falta de libertad (20).
        Juicio (publicado en la Neue Freie Presse): “La voz de Dreyfus es agradable, y su compostura y su forma de hablar son las de un inocente” (21). 

       En la medida que Die Fackel denuncia y rechaza el "antisemitismo judío y el judaísmo antisemita" (22) por igual ¿qué lugar le corresponde a su editor, que es un judío asimilado? ¿El lugar de un juez? Kraus asume una posición dentro del corrillo de escorpiones que actúan en la Viena de 1899. La crítica es también profunda autocrítica sobre el lugar y el rol que le toca en este contexto, el de ya no ser “un exegeta parado sobre un lugar seguro y alejado” (23). Y la prensa liberal y literaria es quien tiene mayormente “la culpa”, quien le hace imposible seguir ocupando este lugar de exegeta. Pues la razón de ser de la prensa le habría mostrado su impudicia en el ataque al antisemitismo mediante argumentos falaces que nada tienen que ver con la violencia de la acción antisemita concreta; la razón de ser de la prensa habría sido impúdica porque funcionó como fortaleza protectora de una mala conciencia política; la razón de ser de la prensa habría sido impúdica, porque sólo a la luz del caso Dreyfus y el surgimiento del movimiento sionista regresó a una Judenfrage por largo tiempo ignorada, la razón de ser de la prensa habría sido impúdica porque, pese a la defensa de sus propios intereses, fue incapaz de asumir un espacio de oposición relevante y porque, sin el menor asomo de mala conciencia, habría sobreexpuesto la interdependencia económica y política del campo cultural. ¿Y por qué no? ¿Acaso no era Viena un lugar opresivo y majestuoso, un lugar “donde todos conocen a todos” y donde se sabe “qué mano se mete en el bolsillo ajeno”? (24).
        Aquí las injurias de Kraus hacia el Grupo de la Joven Viena, Herman Bahr, la Sezession, los críticos literarios, las piezas de teatro, las reuniones del Concordia Club (25), la concentración de capital y el vínculo entre entidades bancarias y periodísticas –“economía de cliqué”– asumen un espacio anecdótico.
       El compromiso de Die Fackel irá ‘aumentando y mutando’ a través de los años, aunque muchas de sus características centrales se forjan aquí. Un primer año editorial que comienza a construir una legitimidad de la palabra con una abierta declaración de guerra a los discursos hegemónicos.
 

Notas.
(1) Además de universidades de habla alemana, existe gran interés por la obra de Kraus y del Die Fackel en Londres. En general, los simposios salen editados en inglés y alemán.
Karl Kraus in a new perspective. London Kraus Symposium. Edited by S.P. Scheichl and E. Timms. München. 1986. 
(2) El Diccionario de “Die Fackel” consta de tres volúmenes, el primero de ellos es el Diccionario de los modos de hablar, editado en 1999. El segundo volumen, Diccionario de insultos, y el tercero, Diccionario ideológico, se encuentran en preparación en la Academia de Ciencias de Austria (Österreichischen Akademie der Wissenschaften).
El Personenregister (registro de personas mencionadas en Die Fackel), fue editado por Franz Ögg. Suhrkamp, 1998.
Unos de los más completos registros de documentación son los Kraus Hefte (cuadernos de Kraus), editados por el Dr. Sigurd Paul Scheichl (Universität Innsbruck/Institut für Germanistik) – quien también, junto a su equipo, ha montado la exposición sobre el Die Fackel en el Jüdisches Museum de Viena – y el Prof. Dr. Christian Wagenknecht (Universität Göttingen/Seminar für deutsche Philologie). Los cuadernos salieron entre 1977 y 1994 de manera trimestral.  

(3) La exposición tuvo lugar en el Jüdisches Museum de Viena. Es aquí donde tuve la oportunidad de ver los cortometrajes caseros de Kraus sin tener que padecer penurias burocráticas.
(4) Karl Kraus: Frühe Schriften. Band I: 1892 - 1896. Band II: 1897 - 1900. Band III: Erläuterungen von Johannes J. Braakenburg. Frankfurt: Suhrkamp 1988.
(5) Entre otros, sus páginas cuentan con aportes de Wedekind, Altenberg, Viktor Adler, Otto Weininger, Strindberg, Stefan Törmörkeny, Oscar Wilde, Egon Friedell, María Heim, Fritz Wittels, Albert Ehrenstein, Erich Mühsam, Paul Scheerbart, Otto Soyka, Robert Scheu, Albert Ehrenstein, Egon Friedl entre otros.
Sólo en esta segunda etapa, son varios los ejemplares - cerca de 20 - que sólo contienen la palabra de Kraus en la sección de respuestas del editor. Algunos de estos artículos y otros de Kraus serán reimpresos en Der Sturm.
(6) “Las cartas anónimas que prescinden de contenido objetivo y estímulo positivo, no podrán ser respondidas”. Kraus, K. Antworten des Herausgebers. In: Die Fackel, Nr.6. 1899. Wien: S.28 
“Las interpelaciones anónimas no serán respondidas”
Kraus, K. Kraus, K. Antworten des Herausgebers. In: Die Fackel, Nr.14. 1899. Wien: S.24 
(7) Entre la correspondencia más relevante, Die Fackel cuenta con los aportes de Wilhelm Liebknecht, Karl Adler, Wilhelm Ellenbogen, Maximilian Harden y Arthur Holistcher
(8) En lo que respecta a las respuestas del editor, sobre un total de 27 ejemplares con un promedio de 28 páginas cada uno, sólo el total dedicado a respuestas suma alrededor de 32 páginas, cantidad que por sí sola permitiría publicar un número suelto.
(8.1) Leyendo las respuestas a las cartas de lectores se puede advertir una tercera posición respecto del Die Fackel -entre el amor y el odio-, una tercera posición nada despreciable numéricamente: el ‘lector morboso’, al que no le basta leer su pseudónimo o la respuesta que le corresponde en la última página de la revista, y tampoco parece tener en mente el hacer justicia colectiva o desbaratar la corrupción. El lector morboso acusa, entrega nombres y hechos insignificantes con la esperanza de que sean trabajados e investigados, quiere ser mentor. Kraus les responde siempre un par de líneas con mucha amabilidad.    
(9) Harden, M. Brief. In: Die Fackel. Nr.2., 1899. Wien: S. 3,4.
(9.1) Kraus, K. Ein Beitrag zur Geschichte der zionistischen Bewegung. In: Die Fackel. Nr. 16, 1899.Wien: S.23-24
(10)Liebknecht, W. Nachträgliches zur »Affaire«. In: Die Fackel. Nr. 18-21.Wien, 1899.
(11) Holitscher, A. Brief. In: Die Fackel. Nr.15 1899. Wien: S. 8-11
(12) Kraus, K. Die Unabhängigen. In: Die Fackel, Nr. 1, 1899. Wien: S..4.
(13)Kraus, K. (ohne Titel). In: Die Fackel, Nr. 7, 1899. Wien: S.4.
(14)Lueger era abiertamente antisemita, de manera que muy posiblemente se haya distanciado del partido liberal debido a la elevada cantidad de miembros de ascendencia judía.
(15) Steven Beller cuenta, entre otros ejemplos, que en una reunión del Musikvereien, Lueger hizo afirmaciones provocativas sobre la culpabilidad de Dreyfus frente a miembros judíos del liberalismo; Görlich y Romanik en su  Geschichte Österreichs, ponen el acento en las grandes mejoras urbanas realizadas por Lueger, mencionan su postura antisemita pero evitan entrar en detalles.
Para un perfil más abarcativo de la persona de Karl Lueguer, ver: Karl Schorske.
Wien. Geist und Gesellschaft im Fin de Siècle. III Kapitel. Piper, 1997. Deutschland (existe edición en español).
(16) Kraus, K. (ohne Titel). In: Die Fackel, Nr.10, 1899. Wien: S.2
(17) Kraus, K. (ohne Titel). In: Die Fackel, Nr.22, 1899. Wien: S.20.
(18) „Jüdischer Religionsunterricht“ (Anonym). In: Die Fackel, Nr.13, 1899. Wien.
(19) Liebknecht,W.Nachträgliches zur »Affaire«,zweite Folge.In: Die Fackel, Nr.19, 1899. Wien: S.5.
(20) Liebknecht,W. Schlusswort. In: Die Fackel, Nr. 21.1899.Wien.
(21) Lapidares aus der “Neuen Freien Presse“. In: Die Fackel, Nr.14, 1899. Wien:S.22.
Se trata de una sección flotante dentro de la revista, una suerte de cementerio de frases mal escritas publicadas en la Neue Freie Presse.
(22) Kraus, K. (ohne Titel). In: Die Fackel, Nr. 11, 1899. Wien: S.1-6.
(23) Kraus, K. (ohne Titel). In: Die Fackel, Nr.1, 1899. Wien: S. 1-3.
(24) Kraus, K. Die Vertreibung aus der Paradiese. In: Die Fackel, Nr.1, 1899. Wien: S. 14.
(25) Concordia Club. Concordia es el nombre de una sociedad de fondos de pensión para escritores, libretistas y periodistas. En la práctica, tuvieron mayor poder los periodistas de los diarios liberales y los empresarios que los actores y los escritores. En el número 26 de 1899 de Die Fackel. Kraus relata una velada escalofriante en el Sophiensaal, aburrida, con la presencia de los periódicos oficiales y liberales, excursiones de pandillas al guardarropas, personajes ausentes sin anuncio, discursos interminables y, lamentablemente, sin el programado show de coristas y baile.